Soy una mala madre o la triste historia del chándal que era mopa

Chándal
Obsérvese lo precioso que es el súper chándal-mopa pese a las pelotillas que pueblan su geografía. Es que me encanta.

Parafraseando a la Pantoja, hoy quiero confesar… que soy una mala madre.

Te cuento.

Hace unas semanas, me hallaba yo en un mercadillo cuando vi unos chándals para niño a 6 euros que estaban bastante bonitos (que eso da lo mismo, porque como mi hijo es el más guapo del mundo mundial, está hecho una monería con lo que le ponga, que de verdad que yo me lo comería y me taparía el culo pa’ no cagarlo de lo rebonico que es).

Bueno, que le compré dos, en dos colores diferentes, pensando que para estar en casa arrastrándose por el suelo (mi hijo gatea) o maltratándolos en el parque, me irían de lujo y buenos eran a ese precio, oye.

Que sepas también que tengo animales, se me está cayendo el pelo, la maternidad me está superando y no tengo tiempo de nada, con lo que mi casa está comida de mierda; hasta tal punto que, a veces, me encuentro alguna pelusa que no sé si barrerla o bien ponerle nombre, escolarizarla y darle amor, porque yo creo que eso tiene inteligencia y sentimientos.

En fin, que el primer día que le puse a mi hijo uno de los chándals en cuestión, resultó que es la prenda de un material que hace electricidad estática y atrae todos los pelos, pelusas y mierderío en general que eso es una cosa digna de ver: a los diez minutos de haberlo dejado en el suelo, mi hijo era una pelotilla andante con más biodiversidad encima que el Coto de Doñana.

El caso es que mi primera reacción fue ponerme en plan «ay, Dios; qué fastidio, si lo llego a saber, qué pena, con lo rebonicos que son los chándals y a ver ahora cuándo se los voy a poner».

Pero tras pensarlo más detenidamente, me dije a mí misma «¡Qué coño! ¿Y lo bien que me ha dejado el pasillo? ¡Si a esta edad lo suyo es inmunizarlo!».

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El mismo modelo del chándal-mopa mostrado en la primera foto, pero en otro color: detalle de las pelusas y pelos que se aferran a su tela, aun recién lavado

Y eso, que a veces me siento mala, mala, mala; pero también es maravilloso poner el Roomba en el salón, al niño en el pasillo y yo adelantar por otro lado faena en la cocina.

Total, criaturita mía, él está superentretenido y, de paso, acolchado por si intenta levantarse y se me cae…

14 comentarios sobre “Soy una mala madre o la triste historia del chándal que era mopa

    1. Fíjate si yo aspiro a poco que con no tener que aspirar me conformo, jejeje (ojo a mi súper juego de palabras). Si me limpia la casa, yo contenta y que se forre el señor que los vende. Muchas gracias por comentar, María. Un abrazote

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  1. Hola, Nati. Acabo de encontrarte tirando del hilo de una publicación sobre la triste muerte de Verónica en Facebook. Y, bueno, que estoy encantada de conocerte, de estar aquí, en tu casa tan limpia gracias al chándal de 6€. Me gusta muchísimo lo que escribes y cómo lo escribes. Tu frescura y tu desparpajo. En fin… Que, si no te importa, me quedo y te sigo. Un saludo.

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    1. ¡Vaya! Estaba pensando en qué responderte que esté a la altura de las palabras tan bonitas que me dices… pero no se me ocurre nada más que gracias.

      Gracias, de corazón. Es muy agradable e ilusionante recibir un comentario así.

      ¡Bienvenida y un abrazote!

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  2. No te sientas mal, utilizar a tu hijo de mopa en la intimidad de tu hogar no está feo, es peor lo que hacía el de Pronto que lanzaba a aquella chica por la mesa en mitad de la oficina.

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